Este trabajo trata sobre la capacidad de las personas para decidir por sí mismas.
Parece un tema trivial pero no lo es. Al contrario, su relevancia no puede ser mayor. Su estudio admite varios discursos: neurológico, jurídico y filosófico. Sería aconsejable tender un puente entre todos ellos.
La neurología debería proporcionarnos las bases científicas del proceso de decisión pero, por lo que leo, la cosa está aún “en mantillas”.
El sistema jurídico, basado en buena medida en convenciones, aúna el hecho de alcanzar determinadas edades a la atribución automática de ciertas capacidades y, por fin, la capacidad de obrar plena al cumplir los dieciocho años.
Esta capacidad puede suprimirse o restringirse a través del procedimiento judicial de incapacitación.
La cuestión tiene, además, un acentuado trasfondo filosófico porque la capacidad para decidir conecta con la libertad y, a la postre con la consecución, en uso de ésta, de la felicidad, aspiración universal de los seres humanos.
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