La ilustración y la revolución francesa alumbraron un conjunto de derechos que el ciudadano podía utilizar, a modo de escudo o espada, contra el Estado, contra el poder.
Hasta hace unas décadas el poder estaba en manos de los Estados. Desde hace unas décadas existen estructuras económicas y tecnológicas que han acumulado grandes dosis de poder. Ocurre que no son visibles, ocurre que son inmunes a los derechos fundamentales clásicos asignados a la ciudadanía.
Se necesita una nueva batería de derechos que protejan contra la tiranía de la tecnología y de las estructuras que la utilizan en su exclusivo beneficio (ciberderechos).
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