En el año 1983, la
propuesta de que una entidad pudiera ejercer la tutela resultó para muchos una
ocurrencia disparatada.
No muchos años
después su necesidad se hizo notoria y comenzaron a surgir las primeras
Fundaciones Tutelares.
En el año 2003, la
reforma del artículo 239 del Código Civil que obligaba a las entidades públicas
con competencia en la materia, a asumir la tutela de personas incapacitadas en
situación de desamparo, precipitó la creación de Fundaciones Tutelares de
distinto tipo. La premura llevó a hacerlo con notables dosis de improvisación.
A medio plazo, los
déficits organizativos unido a la insuficiencia de medios para atender una
creciente cifra de tutelados, ha puesto a las Fundaciones Tutelares al borde
del colapso.
Es hora de repensar
el papel de las Fundaciones Tutelares: Partir de los retos de presente para
hacer una proyección de futuro.
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