Como primera enseñanza, la lectura del Anteproyecto de reforma de Código Penal debe hacernos caer en la cuenta de la “fragilidad de las conquistas” realizadas en cuestión de derechos humanos en general y, de los derechos de las personas con enfermedad mental, en particular.
Después de los avances realizados en las dos décadas precedentes, puede parecernos imposible leer, en el año 2013, lo que en el Anteproyecto se redacta y se expresa.
Sin la menor fundamentación científica y sin que obedezca a ninguna especial demanda social, el Anteproyecto retorna al más rancio concepto de “peligrosidad social”, sobre el que construye una tela de araña con el destino de enredar y atrapar definitivamente en ella a las personas con trastorno mental.
En el fondo late la vieja idea de la represión punitiva del desfavorecido.
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